Sócrates


SÓCRATES


 Según Sócrates, el objeto de la filosofía es el de enseñar la virtud. A este efecto, es preciso conocer previamente las normas éticas generales, el bien universal, pues la virtud y el conocimiento no forman más que una unidad. El conocimiento de sí, fuente de la virtud, comienza por la duda.

La principal rareza de Sócrates consiste en que es un filósofo del que no contamos con escritos, y no porque se hayan perdido, sino por una decisión deliberada de alguien que prefería el calor de la palabra hablada, el diálogo, antes que el frío ejercicio de la escritura. Por fortuna, su intensa y prolongada actividad docente dejó una huella tan profunda en sus discípulos que algunos de ellos, sobre todo Platón y Jenofonte, escribieron amplios relatos de memorias o reproducciones de las clases y diálogos con el maestro.

Su método era la mayéutica, término que proviene de la palabra griega mayeuta, partera (que era la profesión de su madre). Igual que una partera o comadrona ayuda al alumbramiento, Sócrates ayudaba al discípulo a aflorar las ideas que éste guardaba en su interior, para analizarlas y saber si eran valiosas y merecían detenerse en ellas o si se trataba de falsedades que se debían desechar.

Sócrates coincidía con los sofistas en su interés por las cuestiones políticas y morales, dejando en un segundo plano todo lo relacionado con la ciencia natural, objeto de estudio preferente por parte de los filósofos anteriores, que conocemos con el nombre de "presocráticos".




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